jueves, 18 de noviembre de 2010

Mar: herencia familiar

Lo sabía!!!!!  Revisando un poco de historia de mi familia, me encontré con que mi tatarabuelo, Diego Martorana era pescador (no de profesión, sino de afición) en Palermo, Italia, y no sólo eso, mantuvo una profunda amistad, según cuenta la leyenda, ni mas ni menos que con una sirena. Y de ahí mi obsesión por el mar y sus habitantes, así como mi firme convicción de que por ahí en algún lugar, existen las sirenas.

Trataré de traducir lo mejor posible la historia al respecto, escrita por el historiador de la familia, David Martorana, nieto de Don Diego.

                      Martorana   "...............Una Mare Innamorata"

Diego y su nereida, 'Sirena'

Algunos años antes de venir a las Américas, Diego estaba pescando, su pasatiempo favorito. Se encontraba cerca de Capo Gallo acompañado de parpadeantes luces y la playa de Mondello a plena vista, en su lugar de pesca favorito en la costa de Palermo. Hacia el sureste se podía ver la majestuosa silueta de Monte Pellegrino frente a un cielo pletórico de estrellas. Su pequeño bote de remos, cubierto de colores gitanos, pertenecía a la aldea pesquera de Priolina, en donde pagaba unos cuantos soldi por la renta.

Así sucedió una noche como ninguna otra que hubiera conocido ni jamás conocería. Encendió su lámpara de pesca con armazón de cobre, bajando la cubierta de cristal y se sentó a poner la carnada en el anzuelo. Bueno.............! Primero de manera juguetona, luego con alarmante cólera, el pequeño bote comenzó a agitarse sobre el mar mas tranquilo... su vieja ancla de piedra tensó el cabo..... sus brillantes ojos pintados incapacitados de visón..........!

Diego estaba casi temeroso de creer aquello que no osaba!.......... su bote, poseído por una creatura marina de las profundidades? Luego, en la pálida luz ámbar de la lámpara de aceite, surgió un reflejo de plata y un hermoso rostro. Su masculinidad fue deslumbrada mientras la maravillosa creatura susurraba algunas palabras. Es imposible saber las palabras que compartieron mas con el tiempo se volvieron fieles amigos. Podía confesarle sus secretos mas ocultos........ así como ella también lo hacía. Cuando llegaba a comentar a su familia y amigos sobre su amiga marina, todos reían y decían..... "habla el vino!" Siendo de buen temperamento, se encogía de hombros y permitía que pensaran lo que desearan! Su mágica amiga aparecía justo tras la puesta del sol o poco antes del amanecer; en ocasiones él le llevaba regalos.....un espejo de plata, diversos adornos para el cabello y una ocasión... una gargantilla de vidrio cortado. Por lo general, ella parecía mas feliz los días en que la luna llena brillaba. En esas noches ella permanecía largo rato en el encanto de su sonrisa.

Asi como las furias se agitan, los tiempos se volvieron difíciles para la familia Martorana. Los negocios iban mal y el colera había cobrado su factura. En el verano de 1890 partieron hacia América. Asi vinieron Diego, su esposa, Rosalia, sus hijas, Rose y Providenzza y su bebé Pietro.

Dejar Sicilia fue muy triste para él e hizo un viaje final a su lugar favorito de pesca, pero en esta ocasión no llevó ni caña, ni carnada.......... Iba a despedirse de su querida amiga del mar. Su espera fue corta. Escuchando su destino, Sirena lloró, las lagrimas se secaban cual arena, sobre sus mejillas de marfil, sin embargo, el destino debía hacer su jugada. Lerda en su mundo, apenas podía mantener el balance en sus extremidades adaptadas únicamente para el mar. Se desplazó torpemente por el costado del pequeño barco y con un movimiento que incluso la sorprendió a ella misma, salió del agua y besó a su amigo Diego en la barbilla........ luego desapareció en la oscuridad. Levantó su mano como tratando de palpar su beso, luego miró hacia donde ella se desvanecía en la noche centelleante. Diego nunca había conocido un dolor como este en su corazón y ni siquiera los años la alejaron de su pensamiento.

Los años pasaron........Diego y su familia aprendieron a vivir en su nuevo mundo. Vinieron mas hijos, Margaret, Pauline, Jennie, Franccesco e incluso un pequeño hermano que se iría siendo aun un crío. Entonces un día Diego decidió volver a pescar. Su buen amigo Giovani Chariamonte le mostró un buen lugar para pescar en las afueras de Rockaway Point frente a las parpadeantes luces de Coney Island. No distaba mucho de parecerse a su lugar favorito al otro lado del océano.

Una noche, a solas, mientras la última oleada de luz dorada apenas se reflejaba en las crestas de las olas, comía un pedazo de pan crujiente y bebía sorbos de una copa de su nocturno vino tinto. Repentinamente el bote comenzó a mecerse juguetón. Las aguas de alrededor estaban oscuras ya que no se acostumbraban las lamparas de pesca en el nuevo mundo. Echo un vistazo alrededor, no vio nada y volvió a comer. Sucedió de nuevo y sus pensamientos se inquietaron!.......... de reojo vio dos largas colas  de pez que se deslizaban silenciosas hacia dentro de las aguas calmadas de alrededor. Un extraños sentimiento del pasado vino a el, una lágrima de emoción se formaba en las profundas sombras de sus espesas cejas.

Pues bien! como podemos imaginar---

Su 'Bella figura'........... su amiga del mar lo siguió por el mediterráneo, a través del tormentoso Atlántico y hacia Sheepshead Bay. Ahí, a lo largo de la costa de Brooklyn, Sirena lo esperaba, manteniendo una vigilia interminable por su especial amigo. Su paciencia no conocía limites......... algún día él volvería a pescar y ahí, en "el mejor lugar de pesca", lo estaría esperando. No sabemos como terminó la historia, como sucede con todas las mágicas leyendas que se comparten en secreto....... y en secreto se llevan hacia el otro lado del tiempo.......

Escrita e ilustrada por David Martorana

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