domingo, 10 de octubre de 2010

Homo Erus

No debería ser necesario aclarar pero como dice Gonzalo Rojas sobre el silencio, hay que explicarlo y hay que aclararlo... No quiero que nadie se ofenda, porque no hablo de nadie en especial, es tan sólo una sensación general y mi necesidad de decir que me siento sola, a veces. Aunque lo más probable es que esta aclaración no era necesaria ya que todos aquellos que tienen acceso al blog son especiales para mí y probablemente sea por pertenecer a mi misma especie. Pues bien, me quedé con ganas de decir...

Creo que se acerca la extinción del Homo sapiens, será desplazado por el nuevo y ya existente Homo erus. Pero ¿quién es este Homo erus? Asi como el Homo sapiens es el hombre sabio, el Homo erus es el hombre propietario. Si señores, la clave es la evolución, la supervivencia del más apto. Hoy en día, que se privilegian por encima del conocimiento, las posesiones materiales, el más apto no es aquel que hace, entiende, conoce, crea, piensa, inventa y se inventa a sí mismo. No, el más apto es el que más posee. "Suerte te dé Dios, que el saber poco te importe" Ciertamente, este proceso evolutivo ya tiene tiempo sucediendo, de hecho creo que va acercándose a su fin. Y es que ¿no son ahora los raros aquellos que les interesa aprender? ¿no son los raros aquellos que saben más? Efectivamente, siempre el conocimiento ha sido posesión y privilegio de unos cuantos, pero esos pocos eran los que se encontraban en el poder. El conocimiento se encontraba en la nobleza y en los miembros de la iglesia, en suma, en el poder. Ahora sigue siendo un grupo pequeño, pero sin poder, sin voz, los intelectuales, los curiosos, los raros, los locos, los bohemios. 

Por un lado, el poder del conocimiento se ha ido aplastando por desprestigio. Por desgracia, no sólo ha sido el desprestigio de lo diferente, sino que un grupo de impostores se han dedicado a tomar en sus manos los espacios que no les pertenecen, a auto-nombrarse intelectuales y hacer de la generación de cultura una burla. Pseudointelectuales, falsos profetas, que toman los lugares que cuelgan de la burocracia cultural hasta dejar fuera a aquellos que realmente aportan, utilizando los recursos para hacer una mofa del arte y la cultura. 

Por otro lado, se le ha encarcelado en una torre en medio del bosque como a Rapunzel. La ciencia, aquella joven, a quien no le falta lo indispensable, mas no puede ser en plenitud, encerrada, oculta, sola. Los científicos encerrados en sus laboratorios, con el mínimo de presupuesto para que intenten aquello para lo que la acelerada sociedad no tiene tiempo de esperar, si acaso se enterara de su existencia. El gran favor de dejarlos existir pero allá donde no estorben, donde no molesten, donde no nos hagan pensar.

El fenómeno se puede observar hasta en las escuelas, en donde aquel niño que lee, estudia, asiste a museos o conciertos y aprende con alegría es el que se separa del resto, el que come solo en el recreo, por tener una conversación que va más allá del juguete más nuevo, de la marca de ropa más cotizada, del juego de video más jugado o del programa de TV más visto. En donde los maestros temen a los padres y evalúan por ello y no por el conocimiento que los niños adquieran. En donde las notas lo son todo y el aprendizaje se ha olvidado. En donde el negocio se ha puesto por encima de el amor por el conocimiento. En donde se rompe la línea que continúa y permite que las ideas crezcan, se enriquezcan.

Eso no es todo, tal parece que aquellos que sí se interesan por el saber, el entender, el generar y el pensar, por decisión propia, por circunstancia o por intolerancia del resto han dejado de reproducirse. Sí, aquellos que podrían mantener al Homo sapiens sobre la faz de la Tierra están desertando. ¿No? Muchos de los hombres más inteligentes o son gay o, por el funcionamiento de su cerebro, han decidido dedicarse a su oficio, cual monjes del arte, la filosofía o la ciencia. Y las mujeres inteligentes y capaces son insoportables para el resto de los hombres y acaban solas. "Mujer que sabe latín, ni encuentra marido ni tiene buen fin" 

Es alarmante, si la población con IQ elevado e interés por el conocimiento y la cultura es pequeña y ya no se está reproduciendo, no habrá nadie que pase esos genes o enseñe ese amor, esa curiosidad y ese interés a las nuevas generaciones. Quedando así los que no saben pero tienen, el Homo erus, el más apto para el mundo de hoy en día. Un mundo configurado de tal forma que lo último en desaparecer en una crisis es la publicidad, las ventas y el entretenimiento. Un mundo en el que no hay dinero para el arte, los libros, la salud, la ciencia y el conocimiento, pero hay suficiente para pagar anuncios de millones o para hacer un mundial. No se confundan, no estoy diciendo que el poseer bienes materiales sea algo malo, perverso o terrible, simplemente creo que el problema es cuando es lo único que se posee, cuando depositamos todo nuestro valor, todo lo que somos en lo que tenemos. Si tenemos la ventaja de poseer bienes materiales y los ponemos al servicio de nuestro crecimiento personal, de nuestro aprendizaje y de nuestra capacidad de generar algo más, estamos usándolos para lo que son, objetos que nos sirven no que nos hacen. Habrá que recordar que el propietario puede llegar a ser un poseído. Asi es, si los objetos no te sirven acaban por servirse de ti, si vives para tener, estas viviendo para tus posesiones, o para tus aspiraciones y no para ti. 

El Homo erus ha perdido la necesidad de trascendencia por obsoleta. Ya no importa más construir algo para futuras generaciones, lo importante es dejar un patrimonio, una herencia material. El Homo erus ha perdido la curiosidad y la capacidad de asombro, las ha sustituido por la prisa y la practicidad. Las cosas son como son y no hay porque cuestionarlas, entenderlas o apreciarlas, simplemente son y ya, nos sirven o no en nuestro intento por tener. Detenerse a entender, a averiguar, a admirar es totalmente inútil, es perder el tiempo. El Homo erus cree hacer las cosas para sí, sin embargo, se ha insertado en el sistema tan profundamente que no se distingue fácilmente del resto de la colonia, está tan preocupado por acumular, conseguir y tener que no se ha tomado el tiempo de construirse a sí mismo, de verse, de entenderse. No sabe cual es su postura, se adhiere a una corriente o a otra sin cuestionar gran cosa. No tiene tiempo para construir una opinión personal, espera a aquella que le traiga el mayor beneficio. El mayor problema es que el Homo erus es como las abejas africanas acaba con las otras especies para sobrevivir.

Salvemos al Homo sapiens!

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