domingo, 16 de noviembre de 2014

Guanajuato

Finalmente, viaje solita, lugar encantador. Así es mi primer puerto tras zarpar de nuevo. La emoción que siento es indescriptible. Paseando por las calles de Guanajuato he encontrado los rincones más hermosos, lugares de ensueño, escenas que pertenecen a libros de Kafka o grabados de Piranesi, los colores de México, miles de sonrisas, aventuras, lugares que despiertan la curiosidad y la imaginación. 

Originalmente este viaje pretendia exclusivamente ser una asistencia más a un evento que aportaría algo de experiencia y en el mejor de los casos algún contacto para el negocio. Sin embargo, en estos momentos puedo decir que fue mucho más que eso, el evento superó todas mis expectativas y no sólo eso, resultó ser un viaje de encuentro, sanación, reconciliación, crecimiento, claridad y de impulso para la vida. Justo lo que necesitaba para sanar todo aquello que quedaba en mi de duda y dolor, todo aquello que el tiempo y la experiencia habían depositado y me detenía en mi camino. 


Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato y Plaza de la Paz

Kiosco en el Jardín de la Unión
Una de las cosas que más llamaron mi atención en Guanajuato es que en cada rincón, por estrecho que sea (y si que los hay) siempre se asoma algo más, siempre hay una probadita de lo que te espera más adelante. Si te fijas bien, hay sorpresas por todos lados. Estas disfrutando de un paseo en el Jardín de la Unión y entre las formas del barandal del kiosco puedes distinguir al Pípila apenas mostrándose a lo lejos. O quizá vas caminando por una calle que se estrecha para formar la entrada que apenas te muestra que detrás se encuentran las escalinatas de la Universidad de Guanajuato que te reciben e invitan a buscar la verdad y con ella la libertad.

El Pípila asomándose en el kiosco del Jardín de la Unión

Universidad de Guanajuato
La Verdad os hará Libres
Estoy consciente de que en esto no hay sorpresas, mi gusto por los trenes, los lugares antiguos y los mercados no es novedad. Efectivamente, lo que habían planeado como estación para el ferrocarril terminó siendo el mercado de Hidalgo y su estructura, las linternas colgantes y el espacio que casi recuerda el Musée d'Orsay, lo delatan. Apenas entré y me llené de emoción, casi podía imaginar lo que pudo ser, esa atmósfera de cuadro impresionista, la gente, los trenes, las historias que nunca realmente sucedieron pero que el espacio invita a imaginar. Corrí a buscar las escaleras que me permitieran salir de el espacio ocupado por los puestos y disfrutar el espacio arquitectónico y todo lo que provocaba en mi. 
Una vez que mi imaginación fue saciada bajé a deleitar mis sentidos con todos los placeres que puede dar un mercado en México. El aroma de las frutas y las plantas, la variedad de colores del papel picado, los juguetes, las frutas, los dulces y la abundancia que se manifiesta en los grandes racimos de plátanos, montañas de cítricos de diferentes variedades, las cañas reclinadas en la esquina de los puestos cual Pedro Navajas esperando su inesperado destino, las coloridas ciruelas, y la gran variedad de frutas que forman parte de nuestra cotidianidad a pesar de ser exóticas en otros países.

Mercado Hidalgo
Papel picado y algo más
Dulces y demás tentaciones
Si Pedro Navaja fuera caña seguro escogería este rincón para recargarse ¿no creen?
Abundancia en color, sabor y aroma.
Por supuesto, ¿qué romantico empedernido no visitaría el Callejón del Beso? Parada totalmente obligada para una soñadora como yo. Aunque hay una confesión que debo hacer: Dicen que si pasas del tercer escalón y no te dan un beso tienes 7 años de mala suerte, y claro que no faltan los buenos samaritanos que se ofrecen a quitarle la mala suerte a una chica que se pasea solita por las calles de Guanajuato. Finalmente, convencida por su propia esposa, permití que uno de ellos me diera un inocente beso en el cachete. Así es mi México, con gente tan ocurrente y caritativa. Sí, hice de las mías, pero fue bastante inocente y francamente no quiero acabar como Doña Carmen, la protagonista de la leyenda que fue acuchillada por su propio padre.

Asomada del balcón del famoso Callejón del Beso
Justo a un lado de la Universidad decidí entrar en el Templo de la Compañía de Jesus, simplemente la cúpula que se asomaba por encima de la barda de la Universidad me invitó a visitarla. Una vez adentro además de los espacios magníficos que siempre ofrecen los templos, los vitrales, columnas, retablos, el órgano en el coro, encontré un púlpito hermoso que colgaba de una de las columnas y un par de confesionarios intactos. No puedo ni imaginar las ceremonias y lo que debió ser vivir en aquella época, antes de Concilio Vaticano II, donde la misa seguía siendo en latín, el sacerdote oficiaba de espaldas, las mujeres asistían cubiertas con elegantes mantillas y los confesionarios tenían un uso realmente cotidiano. Personalmente, la única vez que recuerdo haberme confesado en un confesionario fue en mi reconciliación, hace más de 30 años, y fue de esa manera por darle la relevancia y hacerlo en forma de ceremonia. Y sinceramente jamás he visto en uso un púlpito de este tipo, ni siquiera sé si realmente soportarían a alguien hoy en día.

Cúpula del Templo de la Compañía de Jesús vista desde la Universidad de Guanajuato
Templo de la Compañía de Jesus
Púlpito
Confesionario
Es la riqueza que aporta a las experiencias la que hace tan divertido conocer algo de arte y literatura. Unas escaleras que para cualquiera son un caos o un paso diario para mi son una oportunidad de entrar en uno de esos mundos que conozco tan sólo de manera abstracta o literaria. Lugares que sólo había tenido oportunidad de visitar en un cuadro o un libro, de pronto frente a mis ojos se materializan. Esa es la magia de la cultura, una experiencia enriquecida que hace de lo cotidiano algo magnifico, algo que hace que el cuerpo entero reaccione ante la emoción de un momento especial en el que se conjunta el conocimiento con la experiencia. Así es cómo en medio de Guanajuato visité los lugares de Kafka, Piraniesi y Escher con una gran sonrisa.
Piranesi, Giovanni Battista: Carceri d' invenzione 

(It's all) Relativity  M. C. Escher

Así paseando y perdiéndome por las calles de Guanajuato me topé con una escalera que bajaba y aunque vi que nadie iba por ahí, mi ya conocida curiosidad me llevó a explorar. Para mi sorpresa y deleite, el subterráneo de Guanajuato es un lugar hermoso que tiene pintadas las paredes de tiempo y en el aire se respira aventura. Y a pesar de ser el paso cotidiano de los automóviles la sensación de travesura aún se puede sentir en la soledad de este espacio tan amplio.

Paso peatonal del subterráneo de Guanajuato
Salida de subterráneo de Guanajuato

Una de las grandes ventajas de viajar por México cerca de Día de Muertos es que los cementerios siempre están engalanados con las flores más bellas y nuestros muertos se sienten más acompañados que nunca.


Y hablando de muertos, un valiente, cuatro cabezas y más de 200 años de historia es lo que se respira en la Alhondiga de Granaditas. Los lugares con tanta historia no la pueden esconder, aún sabiendo lo más básico de nuestra historia, es imponente todo lo que ofrece a la percepción esta edificación. No hay duda, cada piedra quiere contar la historia y todas la gritan al unísono con cada cicatriz que muestran orgullosas. 

Alhondiga de Granaditas

Piedras con más de 200 años de cicatrices e historia
Finalmente otra visita a los muertos, el Museo de las Momias es una parada obligada que sinceramente dejé al final con la esperanza de que no me diera tiempo. Pero, si me dio tiempo y puedo decir que a pesar de ser uno de los principales destinos turísticos, para mi gusto no vale la pena con excepción de una pequeña momia de un bebe que murió dentro de su madre y que por no sé que razones conserva una forma perfecta, casi como si lo hubiera modelado un gran escultor. Su columna vertebral tan perfectamente abrazada por la ya reseca piel del pequeño me hizo recordar el trilobite que está en la sala, un fósil sospechosamente perfecto que alguna vez trajo mi papá a casa.
Visita obligada... pesadilla segura. Museo de las Momias

De esta manera transcurrió mi viaje por Guanajuato, lleno de momentos sumamente especiales que me permitieron dejarme ser yo misma, gozar de mi ensoñación y de la sensibilidad que me agudizó mi profesión. Son estos momentos de experiencia gozosa, los que tanto me recuerdan a Jose Emilio Pacheco (uno de mis más queridos del panteón, en todos los sentidos de la palabra) y su poema Alta Traición.
Así, retomando mi pasado, mi ser más puro y uniéndolo a lo que soy y hago ahora, me siento transformada y lista para seguir con lo que me regale en adelante la vida. Hoy mis velas son como las alas de esa mariposa que, tras la metamorfosis y habiendo dejado que secaran por completo, esta lista para volar. 

domingo, 26 de octubre de 2014

¡Leven anclas!

Y después de un gran drama, otra vez en pie. No sé si es toda la gente maravillosa que me rodea, los avances en el proyecto, la visita a CU, los nuevos planes, el regreso de las estrellas a mis noches, o una combinación de todo, pero me siento tan bien, tan renovada, tan emocionada y totalmente lista para recibir lo que la vida me regale. Pensándolo bien, quizá, sólo quizá, es que estoy aprendiendo la lección. ¿Será que en verdad estoy aprendiendo a dejar volar la cipsela, finalmente?

Lo importante es esta maravillosa sensación de que frente a mi están de nuevo todas las opciones esperando. De nuevo soy el capitán de mi propio barco y puedo llevarlo a donde yo quiera. Miles de puertos que explorar, todo el mar por recorrer, el mundo entero por cruzar. 

Así, con el viento acariciándome, las estrellas guiándome y mi destino esperando, no me queda más que decir: 

¡LEVEN ANCLAS! ¡A TODA VELA!

sábado, 13 de septiembre de 2014

De almas gemelas a corazones rotos

Las almas gemelas no existen. 
Si, ya sé, yo solita me pongo donde me lastiman. Si, ya sé, me lo advirtieron. Si, ya sé, entre más alto te subes es peor la caída.  Si, ya sé, mis príncipes azules siempre resultan ser sapos venenosos.  Si, ya sé, si das todo la gente te lastima.  Si, ya sé, yo misma lo dije, no hay remedio para un corazón roto. Si, ya sé, no es el fin del mundo.  Si, ya sé, ya encontraré a alguien más. 
Si, pero no, última ruptura, mi corazón ya no da más. Esta vez no me volveré a subir al caballo. De aquí en adelante, me voy a dedicar a cambiar al mundo. Todo apunta a que ese es mi destino. Y lo voy a seguir. 
He dejado todos mis anhelos, todos mis sueños, todos mis planes. Este sólo es uno más. Pero no pasa nada, tan sólo "somos adaptaciones temporales". Estamos para aprender a soltar, y el camino, aparentemente, es perderlo todo. 
Esta vez no habrá cueva, ni ánimas, tan sólo una decisión: Cicuta al corazón. Bienvenida al mundo adulto, no más sentimientos, no más dolor, no más cuentos de hadas, no más boas y elefantes, tan sólo un mundo de bridge, de golf, de política y de corbatas.
Por la entrada al frío pantano, donde ningún corazón palpita. ¡Salud!