martes, 9 de abril de 2024

Cuando alguien se nos va

Como reconcilias lo que sabes con lo que sientes cuando no están en acuerdo? Como te deshaces de esa presión en el pecho que decidió alojarse ahi y no quiere oír de razones? 

Vivimos en un mundo en donde lo civilizado es seguir lo que sabes y dejar de lado lo que sientes. Al menos no actuar en consecuencia. Esa tendencia Vulcana es muy difícil de seguir cuando, como yo, consideras que la única manera de salir es viviendo a fondo lo que la experiencia trae para ti. Sí, soy de aquellos locos que para pasar deciden arremeter de frente al huracán. Cierto, hay el riesgo de que te acabe pero si sales victorioso, si cruzas por donde los demás no se atreven, saldrás no solo victorioso sino transformado. Sí, realmente creo que para salir más fácil hay que tocar fondo para tener de dónde empujarse para salir mas alto y mejor. El descenso es difícil y peligroso pero una vez con el impulso del fondo el escape sera mas limpio y claro. Es la única manera de escapar de las animas de la noche. No las puedes evitar, las tienes que enfrentar. Es un camino tortuoso pero ya lo habíamos discutido antes, es necesario. Y aquí estoy de nuevo topándomelas de frente. Me deben saber un adversario digno porque en esta ocasión les tomo casi 10 años llegar a mí. Fueron tomando pasos estratégicos, fueron acercándose poco a poco. Las percibía, sabia que ahi estaban, acechándome, esperando el momento oportuno. Así es, 10 años de golpes bajos, 10 años de perdidas continuas. En los últimos años he visto cómo la tela de mi vida se va adelgazando, poco a poco ha ido perdiendo algunos de sus hilos principales. Esos que das por hecho, esos que sabes que están ahi aunque no los merezcas. Esos que tan solo la muerte puede arrancar del telar. 


En esta ocasión las situación es un poco más complicada. Es un dolor profundo. El dolor de la pérdida de aquel al que educaste, cuidaste y viste crecer. Sin embargo, la mayor parte de los que te rodean no lo ven así. Piensan que es una perdida menor por pertenecer a otra especie. Sí, se me fue mi cachorrito, aquel que se comió tantas cosas que no debía. Aquel que hace 12 años rescatamos de los brazos de la muerte. Aquel que tan rápido y con tanto gusto aprendió todo aquello que le enseñé. Aquel al que le cante tantas noches para que se durmiera. Aquel que compartía mis colaciones vegetarianas. Aquel que disfrutaba el jardín y conocía cada rincón donde el sol se depositaba. Aquel que cosechaba su chayote favorito y nos lo traía para que lo peláramos. Aquel que me guiñaba el ojo cuando nos volteábamos a ver. Aquel que me seguía hasta al baño. Aquel que disfrutaba de acurrucarse y ser apapachado. Aquel con paciencia de santo y animo de niño. Aquel que me dio tantos recuerdos que me hacen sentir amada, reír y en ocasiones hasta llorar.

Reconozco que esta perdida como tantas otras se va a quedar conmigo siempre. Sé que a ratos lloraré su ausencia como lloro las demás. Pero con el pasar del tiempo he podido encontrarle su lugar. Ese rincón en el que podemos estar juntos, ese momento en el que le dedico un ratito a decirle cuánto lo quiero y como va mi vida en su ausencia. Ese momento en el que me dejo apapachar por su presencia. Sé que suena extraño pero cada ser querido que se me ha ido ahora tiene un momento, una actividad, un espacio en donde nos encontramos. En dónde les comparto lo que ya no puedo hacer de frente, en donde puedo percibir su presencia. Sigo platicándoles aquello que me emociona, aquello que me duele e incluso lo mucho que los extraño. No me contestan pero sé que me escuchan, que me ven y los siento a mi lado. En ocasiones me visitan en sueños y me advierten. Tristemente no soy tan experimentada y no siempre puedo entender sus advertencias. En ocasiones los veo entre las personas, por instantes, recordándome que me quieren y me cuidan. A veces los veo en la naturaleza en donde estoy emocionada y contenta o viviendo una nueva aventura. Algunas veces en mis actividades diarias o cuando hago algo que me enseñaron o algo que compartíamos. 

Contestando esas primeras preguntas, pienso que los sentimientos y los pensamientos se reconcilian con la experiencia. Como mencioné antes, viviendo lo que tienes que vivir a fondo. En este mes he llorado, he enloquecido, he observado, he reflexionado, he recordado y encontré un lugar para poner todo esto que siento. Solo a través de vivir y entender lo que esta pasando es que pude conciliar mis dos partes y ponerlas en paz. En adelante mi mente comprenderá que mi corazón necesita estar en momentos y situaciones que no comprende pero que le permite vivir feliz. 

Así es como esos hilos sociales se vuelven hilos de consuelo en la soledad. Cuando el mundo se calla se puede ver la tela mas hermosa, aquella en la que la urdimbre está formada de historias completas. Algún día todos formaremos parte de esta tela y comprenderemos cómo es que podemos dar cobijo y consuelo a aquellos que aún no forman parte de esa magnifica tela eterna. 




miércoles, 27 de septiembre de 2017

Una vez en la vida

Hace exactamente 32 años y una semana vivimos algo que pensamos sería un evento que sucedería una vez en la vida. En aquel entonces yo tan sólo tenía 7 años pero lo recuerdo todo perfectamente. Fue un suceso que partio el tiempo, dividió la historia y las generaciones. Como niña, sólo guardé algunos recuerdos en forma de imagen, los relatos de mis padres que, como toda la población, se ofrecieron a ayudar y pusieron a disposición de los afectados sus conocimientos, sus manos y lo que necesitaran, el conocimiento de que lo que se cayó fue por corrupción, el miedo cada que la tierra se sacude.
Hace una semana, tras el simulacro de conmemoración, la tierra decidió recordarnos lo que ya habíamos olvidado, decidió regalarle a todas estas generaciones que sólo habían oído de El Temblor como una leyenda, la misma lección que nos dio hace 32 años. La tierra nos recordó por un lado lo vulnerables que somos como especie, como creaturas, lo frágil que es nuestra infraestructura y con ello todo lo que hemos construido y creemos fuerte. Pero sobre todas las cosas nos está demostrando de nuevo lo grandes que somos si nos unimos, lo que podemos lograr si nos apoyamos y nos amamos los unos a los otros. Nos ha mostrado lo que realmente es importante. 
Hoy tras una semana la vida debe continuar pero seguimos queriendo ayudar, seguimos sintiendo que no hemos hecho suficiente. Apenas hoy pude llorar, apenas hoy baje la guardia y mi garganta y mis oidos me duelen como pocas veces. Quizá porque no quiero escuchar que ya no hay más que hacer, y el silencio del teléfono que apenas hace un par de días no dejaba de sonar, los centros de acopio cerrando, la gente retomando sus vidas me lo gritan, pero no quiero escucharlo. Quizá porque quiero gritar y no puedo, que con este amor, con estas ganas, con esta solidaridad debemos defendernos de esta élite de políticos que toman todo mientras se burlan de nosotros. Quiero gritar que debemos seguir así y con la misma fuerza cambiar el rumbo de nuestro país. Somos mayoría los que amamos, los que ayudamos, los que buscamos una mejor vida para todos. Podríamos apoderarnos de nuestro país y desterrar a todo aquel que quiera aprovecharse de nosotros. Somos un país de gente buena y a veces lo olvidamos. Olvidamos al docente que regala su conocimiento solo por el gusto de que alguien lo aprecie, la señora que te sonríe cada mañana mientras barre la banqueta, aquel artesano, dueño de un negocio que te ayudo con un proyecto por muy loco que pareciera, aquel joven que cuida de ti mientras duermes, y tanta gente más que en su día a día hacen lo mejor que pueden, dan lo mejor de ellos.
Si, el temblor nos mostró quiénes somos. A través de los valientes que se metieron en los escombros a buscar supervivientes. A través de los jóvenes que echaron mano de la tecnología para organizarse y ayudar a todas las comunidades afectadas. A través de las chicas que prepararon alimentos para aquellos que estaban olvidando comer por ayudar. A través de todos aquellos que donaron lo mucho o lo poco que pudieron. A través de todos los que dedicaron su tiempo a ayudar aun con las tareas más simples que eran las que se necesitaban. A través de tantas manos que cargaron piedra por piedra.
Hoy no puedo dejar de llorar. Lloro porque me llenan de dolor las personas que están sufriendo, algunas perdieron un ser querido, algunas su casa, algunas su trabajo, algunas todo. Y eso duele, duele pensar que con el trabajo que aquí cuesta lograr algo, lo que sea, en un instante perdieron eso y más. Lloro de miedo y agotamiento, porque como todos no duermo y cada sonido, cada vibración, cada mareo, me ponen en alerta. Lloro por impotencia, porque lo poco que he podido hacer no cambia que la gente sigue sufriendo. Lloro de rabia porque ni en momentos asi los politicos dejan de lado sus intereses partidistas y corroboran que no son como nosotros, que no les importa, que sólo están ahí para sacar provecho. Lloro de decepción ante el robo de bicis y motos que estaban ayudando a la gente. Pero también lloro porque estoy conmovida por lo que está sucediendo entre las personas, cada muestra de cariño, cada historia, cada canción entonada por la gente para darse ánimos y fuerza para seguir ayudando.
Espero que esta vez no lo olvidemos y que trascienda.
Como siempre algo se atoró en mis pensamientos. Por mi mente no deja de resonar este poema de José Emilio Pacheco

Alta Traición 
No amo a mi Patria. Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal) daría la vida
por diez lugares suyos, cierta gente,
puertos, bosques de pinos, fortalezas,
una ciudad deshecha, gris monstruosa,
montañas
(y tres o cuatro ríos).

miércoles, 10 de febrero de 2016

Cositas Delicadas

Cuando era niña me encantaban las cosas chiquitas, todo aquello que se viera pequeño incluso en la palma de mi manita de cinco años. Por ahí aún existe una pequeña cajita que viene de esa época, en donde guardaba perfectamente acomodados, un diminuto cojín con un sagrado corazón bordado, un burrito miniatura hecho de goma, un dado de plata de 5 mm por lado y una que otra conchita (por supuesto las más pequeñas que había podido encontrar en la playa). Esta cajita de tesoros se quedaba en Acapulco al cuidado de mi abuelita que siempre me mostraba el cajón donde iba a guardar mis "Cositas delicadas". Yo sabía que las siguientes vacaciones iba a volver y encontrar todo tal y como lo había dejado. Y existe en mi una sensación muy extraña cuando recuerdo mi infancia y esos momentos en los que me despedía de mis abuelos, porque, por alguna razón recuerdo poco de lo que sucedía fuera de Acapulco. Es como si lo importante en mi vida sucediera tan sólo ahí, como si esa fuera la vigilia y regresar al DF fuera como volver al mundo de los sueños. Ese mundo del que recuerdas poco y no siempre hace sentido lo que ahí sucede.
Todo esto para decir que esa cajita sigue existiendo como un fetiche que me permite saber lo importantes que son para mi los recuerdos. Ahora esa cajita no sólo contiene las "Cositas delicadas" de mi infancia sino todos los recuerdos que atesoro en mi vida, que se han vuelto mis nuevas "Cositas delicadas". Mi cajita ahora contiene:
La Luna que me regaló mi papá junto con la confianza de saber que no importa que no estemos en el mismo lugar para saber que nos queremos con todo el corazón, nos pensamos y nos acompañamos siempre, con la Luna como nuestro espejo. Sí, mi papá me mostró lo poderoso del amor y que el hecho de saber que esa persona que amas existe es suficiente para hacerte feliz.

La sonrisa y la mirada tierna de mi mamá cuando me veía jugar, junto con el orgullo que se asoma por sus ojos cuando ve mis logros que en ocasiones ni yo misma aprecio. 

La imagen de mi hermano a los tres años, caminando con la fuerza y seguridad de un pequeño tractorcito.

Mamina, caminando por el balcón con unos elegantes tacones blancos y su vestido rojo decorado con pequeñas aves blancas.

Los chocolates de Papepe y su escondite de dulces en el closet.

El aeropuerto de Acapulco que era más como un hangar que en nada se parecía a lo que ahora son los aeropuertos.

Mis pequeños pies de niña en huarachitos blancos sobre el asiento azul de la camioneta de Mamina, mientras recorríamos la escénica para llegar del aeropuerto a la casa.

La voz de mi tío Joaquín en el teléfono, preguntándome si sabía quien era y luego su risa mientras decía "pero que niña tan inteligente" al escuchar que siempre lo reconocía.

Las manos de Daría tan fuertes pero a la vez tan delicadas, recuerdo con toda precisión ver como con la uña le quitaba las mandíbulas a una pobre hormiga que luego ponía sobre mi mano para que pudiera jugar con ella sin ser lastimada.

Los juegos con "la culebra", el juguete de peluche más feo que se le puede regalar a un niño y que a pesar de ello se volvió nuestro predilecto.

La sensación de miedo al nadar junto a la mantaraya dibujada con los mosaicos del fondo de la alberca.

El ritmo del claxon seguido del rechinar de la reja que abría Daría cuando llegaba mi mamá o Mamina del super o Papepe del trabajo.

Cada rincón del techo de la terraza que recorríamos corriendo en nuestra imaginación.

Las sombras de las corcholatas en el fondo de una cubeta llena de agua.
Esta lista es una pequeña porción de los recuerdos que vienen de mi infancia y que aún permanecen en mi cajita de cositas delicadas. A lo largo de los años se ha ido llenando de más recuerdos, momentos felices con mis amigos, lugares recorridos, etapas que ya pasaron, Taxco, la Isla, tanta gente querida, miradas, sonrisas, palabras. Esa cajita guarda tantas cosas que parece increíble que mantenga su tamaño.

Y tú ¿qué guardas en tu cajita de cositas delicadas?

martes, 26 de enero de 2016

Tú que no haces nada...

Uno de mis mejores amigos y yo tenemos un chiste local que muy poca gente entiende. Cuando platicamos sobre los últimos eventos, generalmente en una o dos ocasiones a la semana alguien cercano nos pidió algún favor enorme que nadie más haría porque no tiene tiempo. Y generalmente te lo piden con el típico tonito de "no me vayas a decir que no puedes porque yo sé que si puedes", es entonces cuando nos decimos "ya sabes, tú que no haces nada" y nos reímos porque siendo independientes desde siempre los dos entendemos lo que es que nadie entienda lo que haces y porque no estas metido en una oficina. Por supuesto asumen que si no estas en una oficina, seguro estas viendo la tele o leleando por ahí, esperando a que te llamen para pedirte favores impertinentes. Y la realidad es que al tener flexibilidad de horarios, buscas la manera de hacerte espacio para los tuyos y parece que ese tiempo lo tenías desocupado, cuando en realidad lo único que sucede es que lo que ibas a hacer a esa hora pasa al horario nocturno, a eso de la una o dos de la mañana. Es en serio, estoy convencida que como independiente tienes más cosas que hacer que cualquier empleado. Lo que todos consideran cotidiano, se vuelve esporádico para uno. Por ejemplo, pueden pasar meses sin que siquiera encienda la televisión. ¿Facebook? ¿Qué es eso? Publico o me meto a ver que hay cada mil años y generalmente a media noche desde mi cama antes de dormir.
Como escultora puedo entender que pareciera como que viva jugando porque en realidad mi trabajo es increíble, siempre estas haciendo cosas padres que podrían parecer juegos u ocio para el ojo no entrenado pero ahora que también soy emprendedora, me he topado con las nuevas modalidades de "tú que no haces nada". No sólo creen que no haces nada sino que creen que sin hacer nada te vas a volver millonario de la noche a la mañana. No entienden que toma tiempo, mucho trabajo y muchos sacrificios lograr algo. Uno de los sacrificios que tengo que hacer en estos momentos es soltar un poquito el negocio para hacerme de capital para lograr crecerlo y ¿cómo? pues me conseguí un empleo. No voy a mentir, en un principio me sentía aterrada, mi temor más grande era que si no estoy ahi para hacer todo, el negocio no va a sobrevivir esto. Pero ya me hice a la idea y planee como hacerlo. Lo lógico, voy a necesitar un suplente. Debe ser fácil ¿no? sobre todo porque no hago nada. Pues resulta que voy a necesitar al menos dos personas para suplir parte de mis quehaceres, y seguir atendiendo a mis clientes en mi horario de comida y noches, y por supuesto trabajar todos los fines de semana para completar. En lo que entro a trabajar estoy entrenando a mi primera víctima, acaba agotada y yo todavía me pongo a generar las nuevas herramientas y métodos para el laboratorio para que le sea más fácil, atiendo todos los asuntos pendientes, contesto dudas y correos de clientes y diseño y redacto la información que necesito que les llegue para seguir en contacto con ellos.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Hoy es el primer día del resto de tu vida

Recuerdo perfectamente la primera vez que escuche esta frase. Estaba en la prepa y un día por no sé que razón mi mejor amiga llegó con esa frase como idea central de su día, extraño porque nunca se ha caracterizado por ser la más optimista. Pero ya que siempre nos contábamos lo que pasaba por nuestra mente me la dijo, es más, ahora que lo recuerdo no me la dijo la anotó en mi cuaderno. "Hoy es el primer día del resto de tu vida. Disfrútalo" No hablamos mucho al respecto pero nunca se me va a olvidar. 
Supongo que me marcó y efectivamente era el primer día del resto de mi vida porque desde entonces me encantan esos comienzos, me encantan los eventos que marcan ese primer día del resto de mi vida. Sin querer me estoy dando cuenta que no sólo me gustan esos comienzos, sino que los necesito, necesito un parteaguas que me indique que algo comienza. Estos días fueron difíciles y hoy estoy entendiendo que efectivamente "c'est tout dans ma tête". A lo largo de estos meses hemos estado construyendo una relación y todo ha sido poco a poco, pequeños cambios que no se notan pero que van construyendo. Pero supongo que en algún punto esperaba que hubiera un "de aquí en adelante" un "primer día del resto de nuestras vidas" y como todo se fue dando naturalmente nunca lo vi y eso me confundió toda. Como que estaba esperando el permiso de comenzar a hacer lo que ya estaba haciendo. Hoy en la mañana que desperté, las cosas no han cambiado, nada es diferente a la manera en la que amanecimos ayer pero yo si me siento diferente. Anoche aclaramos las cosas y sin grandes aspavientos nos dormimos para hoy amanecer en el "primer día de nuestras vidas". 
Supongo que no todos comprendemos el mundo igual, algunos tardamos un poco más en entender lo que sucede y en muchos casos necesitamos algo que nos indique que algo pasó. Sí, en ese sentido soy "revolucionaria", me gusta ver el momento en el que se marca el cambio y es así como mejor lo entiendo, claro, contundente y radical. Por fortuna esas cosas como todo se puede fabricar en nuestras mentes y así es como puedo declarar que "el día de hoy es el primer día del resto de mi vida" y tiene toda una dimensión diferente a la que tuvo hace algunos años.
Y como corresponde voy a disfrutarlo.

viernes, 27 de febrero de 2015

Coup de Foudre

Les dije que cuando nos encontráramos lo íbamos a saber.
Bueno en realidad a mi me tomó unos días, por dentro lo sabia pero no era una idea, era mas bien una sensación. Quizá eso fue lo que hizo que no pusiera la atención debida. O quizá fue un poco de desesperanza, bueno, un mucho, hasta el punto de pensar que no era posible. Pero tienen que saber que en cuanto te asomas en sus ojos lo sabes, no hay duda y no lo puedes negar por mucho tiempo. 

lunes, 26 de enero de 2015

Del análisis a la obsesión, de la obsesión a la locura

Que ¿cómo llegue a rozar la locura? 
Resulta que salí un par de meses con un chico, parecía un gran hombre, todo lo que podía desear, me trataba bien, me apoyaba, era inteligente, bueno, espiritual, guapo, y todo lo demás. Todo iba viento en popa, y de repente de la nada, desaparece. ¿Pretexto? Mi papá está enfermo. ¿Qué? ¿Cómo? Bueno, cada quien reacciona diferente a los problemas, respetemos su privacidad. Luego mensajes, claves de estoy bien, algunas insinuaciones de que sigue ahi. Finalmente la nada, desapareció por completo. 
Por quince días mi mente estuvo en frenesí tratando de comprender, tratando de armar lo inarmable, buscando sentido en el sinsentido. Analizando cada palabra, cada gesto, cada tono, cada momento, haciendo líneas de tiempo, buscando conexiones, uniendo información, encontrando patrones. En poco tiempo mi cabeza parecía el refugio de un esquizofrénico en pleno delirio, imágenes por todos lados, palabras, notas, hilos de unión de distintos colores y las ventanas completamente cerradas y tapiadas para que nada pudiera entrar y distraer tan profundo e importante análisis.
De repente nueva información, una idea más, un choque. "Jugaron contigo"- "No puede ser, no coincide, pero la información....." Una explosión, el dolor, el miedo, la vergüenza. "Necesito salir, necesito retomar, necesito algo que me levante, que me reanime. Voy a dibujar al zoológico, eso lo disfrutaba mucho, hace mucho que no hago lo que me gusta. Decidido, voy a dibujar al zoológico" Con esta decisión y la convicción de que era lo mejor para mi en ese momento, tomé mi cuaderno de dibujo, empolvado de años, mis carboncillos, mis llaves y salí caminando por la puerta de mi casa. Caminé todavía tratando de mover toda esa maraña de pensamientos, tratando de hacer sentido de tanta confusión, pregunté por el camión que siempre me había llevado al zoológico. "No hay tal camión" claro un enigma más "¿De verdad existió ese camión alguna vez?" Ese fue el momento en que todo se resquebrajó. Mi mente completamente en blanco, lo sonidos se fueron alejando poco a poco, nada hacía sentido a mi alrededor y por alguna razón ya no sentía nada, ni dolor, ni pesar, ni pena, nada, sólo caminaba en el sentido que me había impuesto. Estaba atrapada en la prolongación del momento en el que tu cerebro comienza a desconectarse para dormir. En ese estado caminé desde la Glorieta de San Jerónimo hasta la estación del metro Barranca del Muerto. Tengo la impresión de que incluso atravesé un pleito callejero, pero como dice Sabines "Yo no lo sé de cierto". Seguí a la gente en el metro en el mismo estado de trance, todo parecía tan ajeno, tan distante, no sé que fuerza y que lógica dirigían mis pasos. Correspondencia y todo llegué a Chapultepec, tomé una botella de agua y ofrecí una moneda a la que atendía el puesto y seguí mi camino, viendo sin ver, escuchando el llamado de los modelos. Me pare unos momentos en mi tan querido kiosco, lo dibujé, dibujé detalles, dialogué con él, con el papel y el carboncillo, al principio con esa timidez de cuando te reúnes después de un largo tiempo y después fui retomando la confianza. Seguí mi camino, en pleno fin de semana Chapultepec aparecía vacío, desierto ante mis ojos. En esa soledad imaginaria me senté en el piso como niña a dibujar unas flores. Seguí caminando, observando los árboles, los letreros, tratando de reconocer. Escuche música, flautas? violines? y la seguí, nuevamente sentada en el piso dibujé lo que tenía enfrente pero ahora dejando que la música impusiera en mi su voluntad. De repente ruido, voces, se interrumpió la música y me fui. Llegué al zoológico, entré y comencé a recorrer, cada que algo llamaba mi atención me acercaba y lo dibujaba, siempre los felinos son sujetos interesantes con una belleza digna de registrarse. Igualmente los monos con sus juegos, curiosidad y similitud con nosotros aportan mucho al dialogo con el papel. Recuerdo un changuito que decidió asomarse a ver mi cuaderno cuando me senté junto al vidrio, en mi mente ese momento tiene la misma sensación mágica de las fantasias infantiles, pero ahí estuvo, está registrado en mi cuaderno. Finalmente busqué la salida que es parte del recorrido del zoológico, y seguí dibujando, hubo un momento en el que me sentí desorientada, no sabía de donde venía ni a donde iba y volteando a todos lados para entender sentí un mareo, me recargué un momento y seguí adelante por el primer camino que me llamó. Salí del zoológico y entré en la casa del lago, dado el evento de desorientación anterior decidí descansar un momento, reconocí el árbol donde alguna vez estuvo mi pieza y sentada en el piso me recargué en él. Debo haberme dormido porque cuando me di cuenta todas las puertas estaban cerradas. ¡Estaba atrapada! Rejas, cadenas, candados. ¿Y ahora? me senté en el foro un momento, si iba a pasar la noche en un lugar así más valía buscar refugio, busque en la parte de atrás del escenario una cortina, una tela algo para protegerme del viento frío que ya soplaba. Nada. Me volví a sentar en el foro ya con lagrimas en los ojos, estaba sola, atrapada y asustada. De repente de no sé donde se acercó una mujer para decirme que ya habían cerrado. ¿No me digas? Le dije que si, que me habían encerrado ahí, que no había salida. Varias veces me preguntó con quien venía y si sabía donde vivía. Sólo Dios y esa pobre mujer de vigilancia saben en que estado estaba. Me llevó a la salida y me indicó un sendero por el bosque que me llevaría al metro. Efectivamente salí a lo que ahora intuyo era Reforma, las fotos en las rejas atraparon mi atención pero como no encontraba el metro crucé la calle y cuando me di cuenta ya estaba perdida entre edificios. Sólo por momentos tenía la lucidez de buscar el nombre de las calles pero el destino las había borrado, letreros caídos o inexistentes, borrados, manchados. La noche ya se había apoderado de las calles. No sabía donde estaba pero seguí caminando, de repente un Superama, esto es conocido y enfrente de mi el letrero "Homero". "Claro estoy en Polanco" el mundo comenzó a regresar, todavía asustada y medio atarantada caminé un poco más hasta casa de mi amigo Alfredo que por suerte estuvo ahi. Me sostuvo en sus brazos tratando de consolarme, me llevó a lavarme las manos llenas de carboncillo, avisó en mi casa que estaba bien y finalmente me llevó a casa. 
Siempre me han gustado los rompecabezas, no es novedad, todo lo que requiera de un esfuerzo para ser resuelto es como una bolsa de caramelos listos para ser desenvueltos y disfrutados uno por uno. Pero este gusto por los enigmas puede ser un poco peligroso en algunas situaciones. Hay cosas que parecen rompecabezas pero que no deben ser resueltas, ahora lo sé, hay cosas que se deben dejar como están o te pueden literalmente romper la cabeza aunque sea temporalmente. Todavía me duelen los pies y las piernas de ese paseo por lo locura. Pero ya de regreso en la realidad, hay mucho por hacer. 
Retomando el curso, acomodando brújulas, revisando el viento, virando hacia la dirección correcta, a seguir el viaje tras un pequeño desvío por el camino. 

domingo, 16 de noviembre de 2014

Guanajuato

Finalmente, viaje solita, lugar encantador. Así es mi primer puerto tras zarpar de nuevo. La emoción que siento es indescriptible. Paseando por las calles de Guanajuato he encontrado los rincones más hermosos, lugares de ensueño, escenas que pertenecen a libros de Kafka o grabados de Piranesi, los colores de México, miles de sonrisas, aventuras, lugares que despiertan la curiosidad y la imaginación. 

Originalmente este viaje pretendia exclusivamente ser una asistencia más a un evento que aportaría algo de experiencia y en el mejor de los casos algún contacto para el negocio. Sin embargo, en estos momentos puedo decir que fue mucho más que eso, el evento superó todas mis expectativas y no sólo eso, resultó ser un viaje de encuentro, sanación, reconciliación, crecimiento, claridad y de impulso para la vida. Justo lo que necesitaba para sanar todo aquello que quedaba en mi de duda y dolor, todo aquello que el tiempo y la experiencia habían depositado y me detenía en mi camino. 


Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato y Plaza de la Paz

Kiosco en el Jardín de la Unión
Una de las cosas que más llamaron mi atención en Guanajuato es que en cada rincón, por estrecho que sea (y si que los hay) siempre se asoma algo más, siempre hay una probadita de lo que te espera más adelante. Si te fijas bien, hay sorpresas por todos lados. Estas disfrutando de un paseo en el Jardín de la Unión y entre las formas del barandal del kiosco puedes distinguir al Pípila apenas mostrándose a lo lejos. O quizá vas caminando por una calle que se estrecha para formar la entrada que apenas te muestra que detrás se encuentran las escalinatas de la Universidad de Guanajuato que te reciben e invitan a buscar la verdad y con ella la libertad.

El Pípila asomándose en el kiosco del Jardín de la Unión

Universidad de Guanajuato
La Verdad os hará Libres
Estoy consciente de que en esto no hay sorpresas, mi gusto por los trenes, los lugares antiguos y los mercados no es novedad. Efectivamente, lo que habían planeado como estación para el ferrocarril terminó siendo el mercado de Hidalgo y su estructura, las linternas colgantes y el espacio que casi recuerda el Musée d'Orsay, lo delatan. Apenas entré y me llené de emoción, casi podía imaginar lo que pudo ser, esa atmósfera de cuadro impresionista, la gente, los trenes, las historias que nunca realmente sucedieron pero que el espacio invita a imaginar. Corrí a buscar las escaleras que me permitieran salir de el espacio ocupado por los puestos y disfrutar el espacio arquitectónico y todo lo que provocaba en mi. 
Una vez que mi imaginación fue saciada bajé a deleitar mis sentidos con todos los placeres que puede dar un mercado en México. El aroma de las frutas y las plantas, la variedad de colores del papel picado, los juguetes, las frutas, los dulces y la abundancia que se manifiesta en los grandes racimos de plátanos, montañas de cítricos de diferentes variedades, las cañas reclinadas en la esquina de los puestos cual Pedro Navajas esperando su inesperado destino, las coloridas ciruelas, y la gran variedad de frutas que forman parte de nuestra cotidianidad a pesar de ser exóticas en otros países.

Mercado Hidalgo
Papel picado y algo más
Dulces y demás tentaciones
Si Pedro Navaja fuera caña seguro escogería este rincón para recargarse ¿no creen?
Abundancia en color, sabor y aroma.
Por supuesto, ¿qué romantico empedernido no visitaría el Callejón del Beso? Parada totalmente obligada para una soñadora como yo. Aunque hay una confesión que debo hacer: Dicen que si pasas del tercer escalón y no te dan un beso tienes 7 años de mala suerte, y claro que no faltan los buenos samaritanos que se ofrecen a quitarle la mala suerte a una chica que se pasea solita por las calles de Guanajuato. Finalmente, convencida por su propia esposa, permití que uno de ellos me diera un inocente beso en el cachete. Así es mi México, con gente tan ocurrente y caritativa. Sí, hice de las mías, pero fue bastante inocente y francamente no quiero acabar como Doña Carmen, la protagonista de la leyenda que fue acuchillada por su propio padre.

Asomada del balcón del famoso Callejón del Beso
Justo a un lado de la Universidad decidí entrar en el Templo de la Compañía de Jesus, simplemente la cúpula que se asomaba por encima de la barda de la Universidad me invitó a visitarla. Una vez adentro además de los espacios magníficos que siempre ofrecen los templos, los vitrales, columnas, retablos, el órgano en el coro, encontré un púlpito hermoso que colgaba de una de las columnas y un par de confesionarios intactos. No puedo ni imaginar las ceremonias y lo que debió ser vivir en aquella época, antes de Concilio Vaticano II, donde la misa seguía siendo en latín, el sacerdote oficiaba de espaldas, las mujeres asistían cubiertas con elegantes mantillas y los confesionarios tenían un uso realmente cotidiano. Personalmente, la única vez que recuerdo haberme confesado en un confesionario fue en mi reconciliación, hace más de 30 años, y fue de esa manera por darle la relevancia y hacerlo en forma de ceremonia. Y sinceramente jamás he visto en uso un púlpito de este tipo, ni siquiera sé si realmente soportarían a alguien hoy en día.

Cúpula del Templo de la Compañía de Jesús vista desde la Universidad de Guanajuato
Templo de la Compañía de Jesus
Púlpito
Confesionario
Es la riqueza que aporta a las experiencias la que hace tan divertido conocer algo de arte y literatura. Unas escaleras que para cualquiera son un caos o un paso diario para mi son una oportunidad de entrar en uno de esos mundos que conozco tan sólo de manera abstracta o literaria. Lugares que sólo había tenido oportunidad de visitar en un cuadro o un libro, de pronto frente a mis ojos se materializan. Esa es la magia de la cultura, una experiencia enriquecida que hace de lo cotidiano algo magnifico, algo que hace que el cuerpo entero reaccione ante la emoción de un momento especial en el que se conjunta el conocimiento con la experiencia. Así es cómo en medio de Guanajuato visité los lugares de Kafka, Piraniesi y Escher con una gran sonrisa.
Piranesi, Giovanni Battista: Carceri d' invenzione 

(It's all) Relativity  M. C. Escher

Así paseando y perdiéndome por las calles de Guanajuato me topé con una escalera que bajaba y aunque vi que nadie iba por ahí, mi ya conocida curiosidad me llevó a explorar. Para mi sorpresa y deleite, el subterráneo de Guanajuato es un lugar hermoso que tiene pintadas las paredes de tiempo y en el aire se respira aventura. Y a pesar de ser el paso cotidiano de los automóviles la sensación de travesura aún se puede sentir en la soledad de este espacio tan amplio.

Paso peatonal del subterráneo de Guanajuato
Salida de subterráneo de Guanajuato

Una de las grandes ventajas de viajar por México cerca de Día de Muertos es que los cementerios siempre están engalanados con las flores más bellas y nuestros muertos se sienten más acompañados que nunca.


Y hablando de muertos, un valiente, cuatro cabezas y más de 200 años de historia es lo que se respira en la Alhondiga de Granaditas. Los lugares con tanta historia no la pueden esconder, aún sabiendo lo más básico de nuestra historia, es imponente todo lo que ofrece a la percepción esta edificación. No hay duda, cada piedra quiere contar la historia y todas la gritan al unísono con cada cicatriz que muestran orgullosas. 

Alhondiga de Granaditas

Piedras con más de 200 años de cicatrices e historia
Finalmente otra visita a los muertos, el Museo de las Momias es una parada obligada que sinceramente dejé al final con la esperanza de que no me diera tiempo. Pero, si me dio tiempo y puedo decir que a pesar de ser uno de los principales destinos turísticos, para mi gusto no vale la pena con excepción de una pequeña momia de un bebe que murió dentro de su madre y que por no sé que razones conserva una forma perfecta, casi como si lo hubiera modelado un gran escultor. Su columna vertebral tan perfectamente abrazada por la ya reseca piel del pequeño me hizo recordar el trilobite que está en la sala, un fósil sospechosamente perfecto que alguna vez trajo mi papá a casa.
Visita obligada... pesadilla segura. Museo de las Momias

De esta manera transcurrió mi viaje por Guanajuato, lleno de momentos sumamente especiales que me permitieron dejarme ser yo misma, gozar de mi ensoñación y de la sensibilidad que me agudizó mi profesión. Son estos momentos de experiencia gozosa, los que tanto me recuerdan a Jose Emilio Pacheco (uno de mis más queridos del panteón, en todos los sentidos de la palabra) y su poema Alta Traición.
Así, retomando mi pasado, mi ser más puro y uniéndolo a lo que soy y hago ahora, me siento transformada y lista para seguir con lo que me regale en adelante la vida. Hoy mis velas son como las alas de esa mariposa que, tras la metamorfosis y habiendo dejado que secaran por completo, esta lista para volar. 

domingo, 26 de octubre de 2014

¡Leven anclas!

Y después de un gran drama, otra vez en pie. No sé si es toda la gente maravillosa que me rodea, los avances en el proyecto, la visita a CU, los nuevos planes, el regreso de las estrellas a mis noches, o una combinación de todo, pero me siento tan bien, tan renovada, tan emocionada y totalmente lista para recibir lo que la vida me regale. Pensándolo bien, quizá, sólo quizá, es que estoy aprendiendo la lección. ¿Será que en verdad estoy aprendiendo a dejar volar la cipsela, finalmente?

Lo importante es esta maravillosa sensación de que frente a mi están de nuevo todas las opciones esperando. De nuevo soy el capitán de mi propio barco y puedo llevarlo a donde yo quiera. Miles de puertos que explorar, todo el mar por recorrer, el mundo entero por cruzar. 

Así, con el viento acariciándome, las estrellas guiándome y mi destino esperando, no me queda más que decir: 

¡LEVEN ANCLAS! ¡A TODA VELA!

sábado, 13 de septiembre de 2014

De almas gemelas a corazones rotos

Las almas gemelas no existen. 
Si, ya sé, yo solita me pongo donde me lastiman. Si, ya sé, me lo advirtieron. Si, ya sé, entre más alto te subes es peor la caída.  Si, ya sé, mis príncipes azules siempre resultan ser sapos venenosos.  Si, ya sé, si das todo la gente te lastima.  Si, ya sé, yo misma lo dije, no hay remedio para un corazón roto. Si, ya sé, no es el fin del mundo.  Si, ya sé, ya encontraré a alguien más. 
Si, pero no, última ruptura, mi corazón ya no da más. Esta vez no me volveré a subir al caballo. De aquí en adelante, me voy a dedicar a cambiar al mundo. Todo apunta a que ese es mi destino. Y lo voy a seguir. 
He dejado todos mis anhelos, todos mis sueños, todos mis planes. Este sólo es uno más. Pero no pasa nada, tan sólo "somos adaptaciones temporales". Estamos para aprender a soltar, y el camino, aparentemente, es perderlo todo. 
Esta vez no habrá cueva, ni ánimas, tan sólo una decisión: Cicuta al corazón. Bienvenida al mundo adulto, no más sentimientos, no más dolor, no más cuentos de hadas, no más boas y elefantes, tan sólo un mundo de bridge, de golf, de política y de corbatas.
Por la entrada al frío pantano, donde ningún corazón palpita. ¡Salud!